La entrevista con el personal de RR.HH. de Rockwell Automation también fue increíble. En ningún momento me sentí un número con ellos. Y una entrevista que se suponía iba a durar unos 45 minutos se convirtió a partir de la hora de duración en una charla informal que acabó durando más de 90. Supongo que dije e hice lo que tenía que hacer porque me ofrecieron una plaza en su programa para licenciados, que empezaba unos meses más tarde.
Formé parte la promoción de octubre de ese año, comenzando así mi carrera como ingeniero comercial junto a otros recién licenciados. A medida que avanzaba el año, más personas se unieron al programa y nos vimos con rapidez formando parte de un equipo con una mentalidad casi familiar, algo que parece ser lo normal aquí en Rockwell Automation. Un actitud que poco a poco, cuando fui conociendo a más gente, fue extendiéndose a otros ámbitos de la empresa. Se trataba de un enfoque que realmente fomentaba la pertenencia y la camaradería, un ambiente que me ha permitido hacer algunos amigos que estoy seguro van a durar muchos años.
Había realizado mi tesis con una empresa de ingeniería de mi ciudad natal, donde utilizaban el hardware y el software de Rockwell Automation, por lo que ya estaba familiarizado con el entorno de programación Logix, que, me apresuro a añadir, es mucho más fácil de utilizar que otras soluciones de automatización. En solo 10 minutos sentado ante el terminal ya tenía un motor funcionando correctamente. En ese momento me di cuenta de que mi elección había sido la acertada. Había llegado la hora de usar estas capacidades en el mundo real.
Hoy en día trabajo desde casa –otra de las cosas que me gustaron de la descripción del trabajo– y he viajado por toda Alemania trabajando con los comerciales en diferentes proyectos de clientes. De hecho, al ayudar a un estudiante de un cliente con su tesis, he sido capaz de completar el círculo. Mis colegas me tratan como un igual y aunque todavía soy consciente de que no puedo hacerlo todo, siempre están dispuestos a echarme una mano. Mi impresión es que tienen un interés real en que desarrolle mis capacidades, de que quieren de verdad que tenga éxito. Aquí todo el mundo ayuda a todo el mundo, una de las cosas que verdaderamente me gustan de Rockwell Automation.
También estoy aprendiendo a relacionarme con los demás, dentro y fuera de la empresa. Poco a poco te das cuenta —desde la comida africana sin cubiertos que en la primera noche en el programa para licenciados nos ofrecieron como presentación hasta la cara de felicidad de uno de nuestros clientes cuando el comercial le regaló para Navidad un Santa Claus hecho de salchichas— que las personalidades y las relaciones son lo que hace que el mundo gire. Seguro que una carrera ayuda pero si no tratas bien a la gente, no llegarás muy lejos. Por eso estoy tan contento de formar parte de una empresa en la que el respeto mutuo va en las dos direcciones.