El mundo está paralizado por la pandemia COVID-19 que sigue trastornándolo. Ya no hay contacto social. Ya no hay “situación normal”. De hecho, ya no existe lo “normal” para muchas personas. Ahora permanecemos en casa para salvar vidas.
Pero algunos valientes no pueden dejar de trabajar, como los médicos, enfermeros y farmacéuticos. Y trabajando sin que se vean encontramos las líneas de producción, los fabricantes de máquinas y sus proveedores. Estas son las personas responsables de la producción de alimentos, medicamentos vitales y toallitas desinfectantes.
Está fuera de toda duda que en estos momentos tenemos que colaborar para garantizar la fabricación de los productos que estamos necesitando con tanta urgencia. Es más, tenemos que hacerlo lo más rápido posible para evitar la interrupción de la producción masiva por el bien de la humanidad.
Como sociedad, ahora hemos experimentado una falta de mascarillas respiradoras, productos de limpieza y desinfectantes, papel higiénico y, lamentablemente, dispositivos médicos. ¿Cómo podemos realizar la transición rápida de la elaboración de cerveza o bebidas alcohólicas a la fabricación de desinfectante para las manos? ¿Cómo adaptamos nuestras líneas de máquinas actuales a los recientes diseños de dispositivos médicos? ¿Cómo tomamos la difícil decisión sobre cuál producción de medicamentos se debe priorizar? ¿Cuál línea de máquina se debe cambiar? Desde luego, existe una gran demanda para la fabricación de productos que se pueden utilizar a fin de luchar contra la pandemia actual, pero sin embargo, sigue existiendo demanda de otros medicamentos vitales. Por lo tanto, ¿cómo nos adaptamos a la demanda creciente de determinados productos a la vez que superamos desafíos, por ejemplo, la ausencia de la infraestructura física que permita el aumento de producción?